pero vinieron tres estudiantes de derecho que lo querían para su habitación: no tuvimos más remedio que levantarnos y continuar con el paseo. nos tentó la vidriera de harvard bookstore y, a pesar del sol que nos invitaba a quedarnos afuera, entramos y salimos con dos libros cada uno, yet another two.
buscamos una mesa afuera, pedimos cuatro ginger lemonades y nos sentamos a ojear e intercambiar las recientes adquisiciones. cuando nos acordamos, el cielo empezaba a cubrirse y ya era la hora de volver. así que sin más, dimos media vuelta y emprendimos la retirada. hasta luego, cambridge. volveremos.